En el amplio mundo de la tauromaquia, se esconden secretos y realidades sobre la vida del toro de lidia que rara vez salen a la luz. Ha llegado el momento de abrir las puertas de la ganadería y revelar la verdadera vida de estos nobles animales. Ya que a lo largo del tiempo, la vida del toro ha permanecido en las sombras, comparada escasamente con la de otros vacunos. Es hora de cambiar eso, de desvelar cómo viven estos animales majestuosos que nos permiten disfrutar de uno de los espectáculos más arraigados a nuestra cultura.
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La edad del toro de lidia
Cuando hablamos del toro de lidia, hablamos de un animal excepcional que vive un mínimo de cuatro años en la dehesa, mientras que sus parientes bovinos tienen una existencia de apenas seis meses en una explotación ganadera. La diferencia es palpable, pero ¿Qué ocurre en esos años de vida que hacen al toro tan especial? Es un periodo en el que el toro coexiste con la naturaleza, conviviendo en armonía con la dehesa, contribuyendo al equilibrio ecológico.
Responsabilidad compartida
Los ganaderos, guardianes de los toros bravos, han sido reticentes a mostrar su labor y el entorno en el que crece el toro. Sin embargo, la responsabilidad recae tanto en los criadores como en los periodistas y amantes de la tauromaquia. Debemos encontrar escaparates para mostrar al mundo la vida del toro, abrir los ojos a su significado ecológico y resaltar su importancia para la naturaleza.
Es cierto que la lidia no es una experiencia agradable para el toro, pero hay aspectos que desconoce el público que podrían cambiar la percepción de la Fiesta. El ganadero, como amante de los animales y conocedor de la naturaleza de estos animales, comprende que el sufrimiento del toro es menor de lo que se piensa. La resistencia del toro al dolor es sorprendente, y su afán de lucha prevalece sobre el sufrimiento físico. Solo aquellos que han presenciado en el campo cómo un toro se recupera de una cornada entienden que el dolor animal difiere del humano.
Para muchos ganaderos, la crianza de los toros bravos no es rentable. Ya que se invierten grandes sumas de dinero en la alimentación y los cuidados especiales que requiere esta raza. Por tanto, entienden que hace más es el amor a estos animales, y la pasión por su fuerza y elegancia, la que mantiene viva su especie y no tanto el negocio que hay detrás. Si no existieran las corridas de toros para estos animales, la raza del toro bravo se habría extinguido.
El papel de los ecologistas
Se ha criticado la tauromaquia desde la perspectiva ecologista, pero a veces existe falta de información sobre la vida del toro de lidia. Mostrar la vida del toro, su relación con el medioambiente y la importancia de la dehesa en el ecosistema puede cambiar las percepciones. Es interesante que los ecologistas comprendan la realidad y los beneficios que aporta el toro de lidia, no solo en las plazas, sino en su vida cotidiana.
La presidenta de la Asociación de Ganaderías de Lidia explica que en este artículo, que la cría del toro de lidia “ha ayudado muchísimo a conservar y mantener el que está considerado un ecosistema único en el mundo”.
Dar a conocer la vida del toro de lidia: Un compromiso común
Mostrar la vida del toro es más que una tarea de los ganaderos; es un compromiso compartido. La tauromaquia, más allá de la lidia, es una relación simbiótica entre el toro, la naturaleza y la cultura. Revelar los secretos de la ganadería es desvelar una historia de vida, una conexión con el entorno, una danza de la ecología y el respeto por la naturaleza. Es hora de abrir las puertas del mundo del toro, de compartir su vida y de invitar al público a comprender la esencia única y valiosa de estos animales.